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domingo, 3 de abril de 2011

Los escalandros

Esta es una introducción muy recomendable que los profes de lengua podemos hacer para comenzar a desarrollar, ya sea en ocasión de alguna charla, una conferencia o una clase, cuestiones básicas relativas al lenguaje, como por ejemplo las principales características y propiedades del lenguaje humano, la producción de signos y temas similares.
Particularmente la he empleado con muy buenos resultados.
Consiste en proyectar en la pantalla, antes de comenzar a hablar, la imagen del centro de una rejilla de piso, de manera que no se pueda distinguir de qué se trata, y luego empezar diciendo:

-  Como ustedes seguramente ya sabrán, porque lo habrán leído hoy en los principales diarios o lo habrán escuchado con certeza en la radio o visto en distintos informativos, la Unión Europea ha aprobado finalmente y después de intensos debates, la utilización de los escalandros, lo queha generado una gran polémica a nivel mundial y…

Llegado este punto conviene actuar un poco, mirar con cara de sorprendido al auditorio, hacer una breve pausa y preguntar:

-    Sabían, ¿no? Lo de los escalandros… la Unión Europea…

(otra pausa con cara de entre sorprendido y desorientado)

-         ¿Cómo? ¿No sabían nada? ¿No escucharon nada ni leyeron nada? ¿Alguien mira informativos? ¿Leen el diario? ¿Seguro no vieron ni escucharon esta noticia? Bueno, entonces aprovechemos la ocasión para jugar un poco: ¿qué les parece que puedan llegar a ser los escalandros?

Llegado este punto, los asistentes intentarán dar algunas definiciones, que el docente calificará de interesantes, pero erróneas. Podrá ayudar a que traten de arriesgar hipótesis para llegar a saber qué son, preguntando para qué pueden llegar a servir, por qué habrán estado prohibidos o por qué generarán tanta polémica, entre otras pistas.
Y como nadie acertará, después de un breve lapso de descartar tentativas de definición, dirá:

 - Pese a que hasta ahora ustedes no han podido definir qué es un escalandro, seguramente no dudarán en responder qué es ese objeto que está proyectado en pantalla…

La respuesta no tardará en llegar: siempre alguien, más temprano que tarde, dirá “un escalandro”.

Entonces el docente podrá preguntar por qué lo han denominado así, y podrá guiar a su auditorio a conjeturar acerca de la necesidad de denominar, de ponerle un nombre a ese objeto desconocido, por más que ese nombre también lo sea.

- Porque de ese modo, nombrándolo – dirá – , se habrán apropiado de esa cosa extraña del mundo material, que automáticamente dejará de serlo, para pasar a ser ya, en su mente, en su mundo ideal, un escalandro, es decir algo aprehendido, ya conocido, con un nombre, una representación y una referencia. Averiguar para qué sirve, cuáles son sus propiedades suelen ser los pasos siguientes a la imposición del nombre, pero el fundamental ya estará dado: el del conocimiento, que precisa sí o sí de la utilización del lenguaje.
Pero ¿qué es, en definitiva, un escalandro? Sencillamente, nada. Los escalandros no existen. Y la figura que ustedes han denominado así, no es más que una simple rejilla de piso, cuya imagen fue levemente modificada para agregar aún un poco más de misterio (proyectar la imagen completa de la rejilla).

- Sin embargo, que el escalandro no exista en el mundo material, es para nosotros irrelevante, en tanto y en cuanto al principio de esta charla  fue para ustedes un objeto pasible de ser aprehendido, de ser conocido, y les permitió poner en práctica ese proceso de simbolización, de abstracción, por el cual el mundo objetivo, la “pura realidad”, pasó a formar parte de su mundo subjetivo. Y lo que es todavía más importante, les permitió tomar conciencia de la importancia de su implementación, de su sentido práctico, y del vital papel del lenguaje en el trascendental ejercicio del conocimiento.

De esta forma, al cabo de alrededor de unos quince a veinte minutos, habremos podido dar el puntapié inicial para abordar esa fenomenal capacidad por la cual el hombre ha podido, desde el inicio mismo de su historia, dominar el mundo que lo rodea.
Es un comienzo de clase bastante recomendable desde varios puntos de vista: el efecto sorpresa desestructura la situación formal, permite jugar con un falso acertijo, invita a pensar y deja bien explícitos, bien claros y al descubierto, los principios de funcionamiento de la facultad humana por excelencia. 

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