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martes, 12 de abril de 2011

Las plantas de mi patio (a Martina y Enrico)

En el patio
De mi casa
Se han reunido
Varias plantas:

Un naranjo,
Dos ciruelos
Y un banano
Bananero,

Tres perales,
Un manzano
Y un membrillo
Chabacano.

Forman ronda y
Mientras charlan,
Ceban mate
En calabaza.

-¡Qué vergüenza,
Qué delirio!-
Dice enojado
El membrillo.

-¡Esa flor
De limonero
Ha nacido
En pleno invierno!

-¡Qué descaro
Haber salido
Tan temprano
De la rama!

Interviene
Don Naranjo:
-Por favor,
Hay que hacer algo;
Pobrecito
El limonero:
Si este frío
Continúa,
Su florcita
Quedará
Con los pétalos
Marchitos

Y es tan blanca
Y es tan pura…

¡Ya nomás
Hay que salvarla!

-Pero, ¡¿cómo?! –
Se preguntan –
¿No ves que aquí
No hay estufas?

-Yo en mis hojas –
Dice uno –
Tengo savia
Calentita.

-Y yo tibieza
En la copa
De unos gorriones
Que cantan.

-El ciruelo
Puede dar
Refugio
Con su enramada.

-¡Y el naranjo
Hacer de sol,
Con tanta fruta
Naranja!

-¡Y del manzano
El rubor
Puede encender
Las mañanas!

Entusiasmadas,
Las plantas
Fabrican
Su primavera.

El calorcito
Se siente
En las manos
Y en la tierra.

Desde entonces
En mi patio
Resplandece
El limonero,

Con mil flores
Como nieve
Que me adornan
El invierno.

martes, 5 de abril de 2011

Comedia del Rey Chicato (para Martina y Enrico)

Comedia del rey chicato

Juan Villote

¿Mi señor mandó a llamar?
-pregunta el sirviente, presto,
y el rey lo hace pasar:

Rey Chicato

¡Adelante, fiel Ernesto!

Juan Villote

-Aparte- Este está medio chiflado,
o está ciego de verdad.

¡No soy Ernesto, su alteza,
sino su fiel edecán,
Juan Villote, el que le trae
todos los días el pan!

Rey Chicato

¿Y por qué hoy no lo trajiste?
¡Me estoy muriendo de hambre!

Juan Villote

¡Majestad, está en su mesa:
pancito con queso y fiambre!

Rey Chicato

¡Pero qué gran desparpajo!
¿Insinúas que no veo?
¿Me estás diciendo chicato?
¡Más cuidado o te encarcelo!

Juan Villote

Majestad, no se sulfure,
sólo trato de ayudarlo
a que coma como un duque.
-Aparte- Es muy chinchudo el jovato.

Rey Chicato

¡Basta ya de habladurías!
Serás pésimo ayudante,
porque esta sopa está fría.

Juan Villote

Si mi buen rey me permite
y conserva su alegría,
le explicaré de buen grado
que no hay sopa en ese plato,
sino helado de sandía.

Rey Chicato

Y te atreves a reírte,
sirviente necio. Te advierto
que te daré mil azotes
si no respondes ya mismo
por qué hay un solo cubierto.

Juan Villote

-Aparte- En serio este no ve nada.

Majestad, por San Benito,
tenedor, cuchillo he puesto,
y cucharas, unas cuatro;
lo que usted cree cubierto
es un grisín de salvado.

Rey Chicato

Bueno, bueno, no te pases,
ya suficiente me has dicho,
llama a Ernesto, mi fiel paje,
y llévate este pancito,
que está duro como hierro.

Juan Villote

Es que no es pan, sino vaso,
pero si quiere, lo llevo.
Puede beber de la jarra;
yo, mientras, lo llamo a Ernesto.

Ernesto

-Entrando- ¡Salud, su gran majestad!

Rey Chicato

¡Oh, mi bienquerido Ernesto!
A tu encuentro voy con brío,
a estrecharte entre mis brazos…
Pero, por Dios, estás frío,
y tu piel está muy dura.

Ernesto

Disculpe, su majestad,
le está hablando a una armadura…

Rey Chicato

¡Oh!, buen Ernesto, no aguanto
esta pena que me aqueja:
de amor muriendo me hallo
por culpa de una doncella.

Ernesto

¿Se puede saber el nombre
de esa mujer tan dichosa?

Rey Chicato

Claro, Ernesto, lo confieso:
mi corazón sufre horrores
porque es esquiva a mis ruegos
la bella y dulce Ramona.

Ernesto

¿¡Ramona!? ¡Por Dios, Señor!
¡Si es muy fea, si es horrible!

Rey Chicato

¿¡Cómo dices!?

Ernesto

Que es horrible…
su desdén, su desamor,
y es muy fea… situación
en la que usted se ha metido:
el no ser correspondido
es terrible sensación…

Pero, dígame, mi rey,
¿le ha dicho usted algún día
que la amaba con pasión?
¿Le ha mandado alguna vez
alguna carta furtiva?

Rey Chicato

No, Ernesto, no le he dicho
ni le he hecho saber
por mi boca, mi cariño…

Ernesto

¿Entonces cómo es que sabe
que desprecia su querer?

Rey Chicato

¡Es que no me mira nunca!
Yo la miro y ella, nada,
sólo me muestra la nuca,
y me esquiva la mirada…

Ernesto

Mi buen rey, señor del mundo,
déjame que te la traiga,
y aclaremos este lío:
si es la dama que imagino,
si es la mujer que yo intuyo,
habrá boda antes del alba…


-Y trajo Ernesto a Ramona
hasta la sala del rey,
que lucía su corona
lustrada y puesta al revés-.

Ernesto

¡Mi señor, mi rey magnífico!
Mi deuda vengo a cumplir.
Después de andar mil caminos,
encontré a Ramona al fin:
estaba con su pañuelo
secando sus ojos tristes;
lloraba con desconsuelo
por un amor imposible…

Rey Chicato

Hazla pasar de inmediato.
Tengo prisa, tengo apuro
por contarle que mi amor
es el más grande del mundo.

Ernesto

Yo no dudo de su amor,
el que debe ser sagrado;
más bien dudo de su vista:
tiene a Ramona a su lado.

Rey Chicato

¡Oh, mi amor, mi sirenita,
Al fin estrecho tu cuerpo..!
Pero estás muy delgadita,
y son duros tus cabellos…

Ramona

¡Oh, mi rey, aquí estoy yo!
¡Aquí, yo soy tu Ramona!
Date vuelta, corazón,
le estás hablando a la escoba…

Rey Chicato

Pero, dime, mi Ramona,
sin que esto te cause enojo,
por qué nunca me miraste,
si yo vivía buscando
tus ojos de chocolate…
Y nunca me devolviste
ni un gesto de los que hice
llamándote con los ojos.

Ramona

He visto todos tus gestos,
mi rey, mi amor, mi tesoro,
sólo que los dirigiste,
menos a mí, a cualquiera:
le guiñaste un ojo a un pollo,
a una cortina, a una luz,
a una planta, a un arcabuz,
a un melón y a un inodoro.
Como si eso no bastara,
le dijiste a un candelabro:
“Tu luz, mi dulce princesa,
me ilumina las mañanas.”
Por eso lloraba yo,
creyendo que no me amabas.
Y pasaba mis jornadas
llorando con frustración.

Rey Chicato

Mi Ramona…

Ramona

Muy rey mío…

Rey Chicato

Casémonos ya, mi vida,
y tengamos muchos hijos.
Que no impida mi visión
que nos llenemos de dicha:
la virtud de tu cariño
se ve con el corazón.
Casémonos esta noche,
mi bella y dulce princesa.
Pasará a buscarte un coche
cuando sean nueve y media.
Y yo te estaré esperando
en el medio de la sala.
Me vestiré yo solito
con uniforme de gala.

-Y así celebró su boda
el rey chicato en castillo:
la novia llevaba cola
y el novio iba en calzoncillos-.








domingo, 3 de abril de 2011

Los escalandros

Esta es una introducción muy recomendable que los profes de lengua podemos hacer para comenzar a desarrollar, ya sea en ocasión de alguna charla, una conferencia o una clase, cuestiones básicas relativas al lenguaje, como por ejemplo las principales características y propiedades del lenguaje humano, la producción de signos y temas similares.
Particularmente la he empleado con muy buenos resultados.
Consiste en proyectar en la pantalla, antes de comenzar a hablar, la imagen del centro de una rejilla de piso, de manera que no se pueda distinguir de qué se trata, y luego empezar diciendo:

-  Como ustedes seguramente ya sabrán, porque lo habrán leído hoy en los principales diarios o lo habrán escuchado con certeza en la radio o visto en distintos informativos, la Unión Europea ha aprobado finalmente y después de intensos debates, la utilización de los escalandros, lo queha generado una gran polémica a nivel mundial y…

Llegado este punto conviene actuar un poco, mirar con cara de sorprendido al auditorio, hacer una breve pausa y preguntar:

-    Sabían, ¿no? Lo de los escalandros… la Unión Europea…

(otra pausa con cara de entre sorprendido y desorientado)

-         ¿Cómo? ¿No sabían nada? ¿No escucharon nada ni leyeron nada? ¿Alguien mira informativos? ¿Leen el diario? ¿Seguro no vieron ni escucharon esta noticia? Bueno, entonces aprovechemos la ocasión para jugar un poco: ¿qué les parece que puedan llegar a ser los escalandros?

Llegado este punto, los asistentes intentarán dar algunas definiciones, que el docente calificará de interesantes, pero erróneas. Podrá ayudar a que traten de arriesgar hipótesis para llegar a saber qué son, preguntando para qué pueden llegar a servir, por qué habrán estado prohibidos o por qué generarán tanta polémica, entre otras pistas.
Y como nadie acertará, después de un breve lapso de descartar tentativas de definición, dirá:

 - Pese a que hasta ahora ustedes no han podido definir qué es un escalandro, seguramente no dudarán en responder qué es ese objeto que está proyectado en pantalla…

La respuesta no tardará en llegar: siempre alguien, más temprano que tarde, dirá “un escalandro”.

Entonces el docente podrá preguntar por qué lo han denominado así, y podrá guiar a su auditorio a conjeturar acerca de la necesidad de denominar, de ponerle un nombre a ese objeto desconocido, por más que ese nombre también lo sea.

- Porque de ese modo, nombrándolo – dirá – , se habrán apropiado de esa cosa extraña del mundo material, que automáticamente dejará de serlo, para pasar a ser ya, en su mente, en su mundo ideal, un escalandro, es decir algo aprehendido, ya conocido, con un nombre, una representación y una referencia. Averiguar para qué sirve, cuáles son sus propiedades suelen ser los pasos siguientes a la imposición del nombre, pero el fundamental ya estará dado: el del conocimiento, que precisa sí o sí de la utilización del lenguaje.
Pero ¿qué es, en definitiva, un escalandro? Sencillamente, nada. Los escalandros no existen. Y la figura que ustedes han denominado así, no es más que una simple rejilla de piso, cuya imagen fue levemente modificada para agregar aún un poco más de misterio (proyectar la imagen completa de la rejilla).

- Sin embargo, que el escalandro no exista en el mundo material, es para nosotros irrelevante, en tanto y en cuanto al principio de esta charla  fue para ustedes un objeto pasible de ser aprehendido, de ser conocido, y les permitió poner en práctica ese proceso de simbolización, de abstracción, por el cual el mundo objetivo, la “pura realidad”, pasó a formar parte de su mundo subjetivo. Y lo que es todavía más importante, les permitió tomar conciencia de la importancia de su implementación, de su sentido práctico, y del vital papel del lenguaje en el trascendental ejercicio del conocimiento.

De esta forma, al cabo de alrededor de unos quince a veinte minutos, habremos podido dar el puntapié inicial para abordar esa fenomenal capacidad por la cual el hombre ha podido, desde el inicio mismo de su historia, dominar el mundo que lo rodea.
Es un comienzo de clase bastante recomendable desde varios puntos de vista: el efecto sorpresa desestructura la situación formal, permite jugar con un falso acertijo, invita a pensar y deja bien explícitos, bien claros y al descubierto, los principios de funcionamiento de la facultad humana por excelencia.