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sábado, 5 de septiembre de 2015

La conquista de todas las Grecias

Primero hay que otear las armaduras de las huestes
enemigas, tantear el latir bajo las cotas,
luego avanzar con miedo supremo a la derrota,
alzar las armas, sentirse en manos de la muerte;

finalmente atacar con insistencia leonina,
asediar en embates hasta oír el resuello
y tomar por asalto la ternura del cuello
y sentir en las fauces el fluir de la vida,

e ir valientemente trepando las murallas
y entrar a combatir en territorio tomado;
dar la voz a las tropas y acabar la batalla...

Después dormir el sueño vital del regocijo
y ver como romano en lo griego de tus hijos
la duda de haber sido Señor o conquistado.